Cuando el 26 de abril de 1961 el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennnedy, decretó el embargo total de importaciones desde su país hacia Cuba dejó entrever el espíritu descarado y genocida de una intención política que meses más tarde tomaría forma con el anuncio del bloqueo económico, comercial y financiero a la Isla. Sesenta y un años después la medida ha afectado la vida de millones de cubanos y ha logrado establecerse como el principal impedimento para el desarrollo del país.
Porque no se trata de un documento desfasado en el tiempo o de un salvavidas conveniente para justificar nuestra precariedad productiva y material. Hablamos de disposiciones y dictámenes reales que—pese a su absoluta ilegalidad—le sirve de herramienta a la mayor potencia del mundo para hostigar y violar los más elementales derechos humanos en una nación que, encima, paga aun las consecuencias del colonialismo y el subdesarrollo. El bloqueo es real y nos afecta a todos.
Tomado de Cubahora

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